lunes, 7 de noviembre de 2011

'Tomasín', antes del crimen y los aplausos

Lunes, 16.30 horas, Tineo, una imagen para volver a mirar. Tomás Rodríguez llega esposado al Juzgado de Instrucción y en breve contará cómo acabó con su hermano Manuel, crimen del que es el sospechoso y único testigo. Medio centenar de vecinos aplauden hasta arrancarle un atisbo de sonrisa. Cuando salga del interrogatorio directo a Villabona serán el doble en número y entusiasmo. «Es una víctima del sistema», se justifican.

Es la primera vez que las cámaras captan al hombre que durante 57 días puso en jaque a la Guardia Civil. Los aeropuertos tienen carteles con la imagen de los terroristas más buscados pero en Asturias los responsables de la 'Operación Altasierra' dieron orden de no facilitar fotos del fugitivo, quizá por miedo a provocar su huida de la región. La decisión facilitó que el 30 de septiembre, aprovechando un relajamiento en el dispositivo, 'Tomasín' saliera de su escondrijo y fuera a La Espina, donde consiguió ayuda de ciudadanos que no le reconocieron.

El operativo, iniciado con más de 40 uniformados, terminó corriendo a cargo de ocho hombres de la Policía Judicial y de la Unidad de Seguridad Seguridad Ciudadana de la Comandancia (USECIC). Se relevaron en guardias de hasta 14 horas, inmóviles, apostados en el monte, lloviera o hiciera sol. En este momento del lunes, cuando Tomás Rodríguez va a ser puesto a disposición judicial, hay dos agentes agarrándole del brazo y poco dispuestos a dejarse despistar.

Entre el gentío se encuentra Tomás González, vecino de La Llaneza, amigo de la infancia. No participa del aplauso y observa el Juzgado, adivinando quizás los pensamientos que recorren al acusado. «En nuestros tiempos ese edificio era la Escuela Hogar, donde nos dejaban nuestros padres el lunes por la mañana y no nos recogían hasta el viernes», recuerda. Asturias estaba entonces sembrada de asilos donde se alfabetizaba a los niños de la zona rural. La mejora de las comunicaciones y el transporte escolar han reducido aquella red a tres centros donde viven 37 alumnos. «Cuando 'Tomasín' y yo estábamos aquí, igual éramos 800 chavales apiñados», asegura.

¿A qué jugaba entonces el hoy presunto fratricida? «Pues le gustaba mucho hacer escapadas largas por el monte, que nos metiéramos en los bosques hasta pasar a los pueblos de al lado; a mí mis padres me reñían mucho. Imagínate, dos niños que se iban por la mañana y no los veías en todo el día, podía pasarles de todo».

'Tomasín' contaba 11 años cuando la Administración dispuso un autobús que traía y llevaba todos los días a los escolares de La Llaneza, Las Tabiernas o Folguerúa hasta Tineo. Se acabó la vida en la Escuela Hogar y un año después se acabaría lo de ir a clase. Sus padres decidieron que ya había pasado suficiente tiempo entre libros y que mejor era que se uniera a su hermano mayor, Manuel, en el cuidado del campo. El pequeño respondió a su destino. «Las cosas como son, era muy trabajador, no descuidaba nunca las vacas», refrenda González. De esa vida sólo le sacaría el servicio militar obligatorio, que le cambiará el ganado por las armas y los montes de Caborno por los acuartelamientos de Ceuta y Melilla. Gobierna entonces Felipe González, es ministro de Defensa Narcís Serra, y a 'Tomasín' le tocará una de las últimas promociones que cumplen la 'mili' de doce meses. Superada la experiencia africana, con 19 años, es uno de tantos jóvenes tinetenses que los fines de semana aparca las faenas del campo para dejarse ver por La Escalera y Pasos, las dos discotecas de la zona. En su vehículo se han encontrado cintas de Los Chunguitos y Perlita de Huelva.


Un hermano dominante
Todos los consultados en la zona coinciden en que las cosas en casa de los Rodríguez hace tiempo que «no marchaban bien», aunque nadie recuerda qué vino primero: si las palizas a Tomás, o sus rarezas. «Hace años que si te lo cruzabas en el monte, lo mismo te saludaba que le daba por esconderse», refiere González. «Parece ser que el hermano mayor era el dominante, el que mandaba y le atacaba; la cosa llegó hasta un punto que hace diez años, 'Tomasín' decidió abandonar la casa y hacerse la cabaña», relata Manuel García García-Rendueles, abogado del imputado.
Piedra a piedra, Tomás erigió su refugio, a unos 100 metros ladera arriba de su familia. La choza, una sola pieza de unos 35 metros cuadrados, acumula ropa, basura, certificados veterinarios y estiércol, todo sin orden ni concierto. En un bote de Cola-Cao, la Guardia Civil intervino miles de euros en fajos. En un rincón relucen aún las tapas rojas del programa de las Fiestas de San Roque , del 12 al 18 de agosto pasados.

«No me extraña; aunque se le ha pintado como un ermitaño, 'Tomasín' bajaba al bar a Tineo, se solía sentar en un rincón sólo, pero había épocas en que lo veías todos los días». Quien habla es Yolanda Roldán, camarera durante cinco años de la Cervecería II, a cuyo anís el acusado era fiel. «A mí me contó de las palizas que le daba su hermano. Y es verdad que la gente se metía con él, que le trataban de tonto, y que él era un poco raro. Una vez los chicos cogieron una 'Interviú' y le pusieron delante la foto de una tía desnuda, ya sabes, para provocarle; él les respondió que dormía con las cabras y que con ellas le bastaba. Ahí veías que bien, bien, no estaba, pero tampoco era peligroso y si me dicen que me tengo que quedar sola en el bar una noche con él, me quedo sin miedo. Es un bendito, un poco cobarde, que no respondía a las provocaciones aunque vinieran de un 'guaje' más pequeño que él».

Yolanda Roldán trabaja ahora en un bar de La Espina, desde donde salta encendida cada vez que la televisión muestra las imágenes de 'Tomasín' entrando al juzgado. «Yo no creo que lo matara, pero si lo hizo, mucho debió aguantar». Curiosamente la barra que atiende es la misma a la que llegó el fugitivo, en la mañana el 30 de septiembre, preguntando dónde podía encontrar al taxista del lugar. No se cruzaron «de puro milagro, porque ese día libraba, si no, yo seguro que le hubiera reconocido».
Tomás Rodríguez entró al juzgado como sospechoso y a las 19.30, tras confesarse autor de los dos tiros que dejaron a su hermano agonizando hasta morir, salió imputado por los delitos de homicidio y tenencia ilícita de armas. Ingresó en la cárcel de Villabona esa misma noche. Horas después, los vecinos de La Llaneza se vestían de domingo y bajaban a los cementerios de Tineo para cumplir con Todos los Santos.

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