El luthier Alberto Fernández Velasco fue despedido en Santurio con el reconocimiento general de los músicos asturianos, que valoran su «importantísimo legado».
Más de una veintena de gaiteros llegados desde todos los puntos de la región despidieron ayer con la emoción de la música que más amó, al gran luthier de la gaita asturiana, Alberto Fernández Velasco, fallecido en Gijón el pasado lunes, a los 68 años. Numerosos representantes de la vida política, social y cultural se desplazaron igualmente hasta Santurio para participar, a primera hora de la tarde, en el funeral por el eterno descanso del genial artesano. Al tiempo que despedían a un grande de la gaita asturiana, arropaban a la viuda y gran colaboradora de taller del difunto, María del Carmen Varillas, y a su hijo, Alberto Fernández Varillas, destacado músico, integrante de diversas formaciones musicales asturianas y, en la actualidad, director también de la Banda de Gaitas «Noega».
Los restos mortales de Alberto Fernández (natural de El Entrego, afincado en Gijón desde hace cuatro décadas) fueron recibidos en la iglesia rural gijonesa al ritmo de la marcha procesional de Llanes. El propio hijo del difunto, embargado de emoción, ejerció como director de una banda formada para la ocasión por algunos de los más reconocidos gaiteros asturianos -a los que agradeció su colaboración en numerosas ocasiones- y otros jóvenes aprendices.
Entre los asistentes, el músico asturiano Xuacu Amieva no podía dejar de recordar el momento en el que tuvo «el placer de conocer» al responsable de lo que calificó como el «resurgimiento de la gaita». «Fue en los años ochenta cuando me encontré por primera vez con él en el Fontán, en Oviedo, donde estaba mostrando sus gaitas». Para Amieva, Alberto Fernández Velasco será siempre recordado como «el precursor de la gaita afinada; con su trabajo permitió que se crearan las primeras bandas de gaiteros», reseñó el músico.
Poco después de interpretar la «marcha procesional de Belmonte», con la que fueron despedidos en Santurio los restos mortales de Alberto Fernández, José Manuel Tejedor resaltaba el «excelente trato» que el artesano había dispensado a quienes le conocían. «Su legado es importantísimo como también lo fue el amor que tuvo por la gaita», sostuvo. «Gracias a él muchos tuvieron un instrumento con el que pudieron hacer la música que ahora llega a todas las partes del mundo» concluía el emocionado uno de los hermanos Tejedor.
El concejal de Cultura del Ayuntamiento gijonés, Carlos Rubiera, también estuvo presente en el funeral por el gran artesano, cuya labor reconoció el gobierno local con una declaración pública en la que hacía llegar el pésame a la familia de Alberto Fernández Velasco y, además, se ponía el acento en la «trascendental labor en el resurgir de la música de gaita» que ejerció el difunto, «gracias a su infatigable labor de perfeccionamiento del instrumento más emblemático de nuestra música tradicional en su taller familiar».
A lo largo de toda su vida Alberto Fernández recibió numerosos galardones; entre los más recientes se encuentra el premio «Fini Suárez» a la investigación del folclore astur en Mieres, el honorífico concedido en la última edición de los premios AMAS (Anuario de la Música en Asturias), y el «Urogallo de bronce». La perfeccionada gaita creada por Fernández Velasco llegó hasta la Orquesta Sinfónica con la grabación del disco «Día de la Fiesta en Asturias».
Los asistentes que ayer acudieron al funeral dieron además su apoyo al hijo del difunto, Alberto Fernández Varillas. «Seguro que la tradición de música asturiana siguen con él», garantizaban muchos de los amigos y vecinos. Tras el oficio religioso el féretro con el cuerpo sin vida del artesano Alberto Fernández fue trasladado al cementerio Municipal de Deva.
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